¿No conocen ustedes el elegante Balneario de Melancólicos? Durante muchos años fue elegido por magnates y aristócratas como el sitio idóneo para descansar y relajarse. También es el lugar preferido de dos niños, Jaime y Greta, que no son ni un magnate ni una aristócrata, sino los nietos del director.
Pero en el año 1937 y con el país en guerra, el balneario es tan solo un edificio perdido entre las montañas. Y, la verdad, aquí vienen pocos clientes. Muy pocos. Casi ninguno. En realidad, solo uno. Y ese único visitante, al parecer, es un monstruo.